Por fin estoy ya de vuelta para enseñaros mi nuevo diseño, una cestita para guardar pequeños tesoros.
Este diseño se llama Michèle, en memoria de una querida amiga que nos dejó hace unos meses. Era una gran mujer, cariñosa, simpática y sobre todo, muy valiente, y yo siempre la llevaré en mi corazón y la recordaré con su eterna sonrisa.
Me alegro mucho de estar de nuevo con vosotras porque os he echado mucho de menos, y quiero agradeceros a todas vuestros mensajes de cariño durante el tiempo que he estado ausente, pero ya estoy aquí con las pilas muy cargadas y con muchos diseños entre manos, que ya casi están a punto de terminar y que pronto os enseñaré.
Ahora os voy a contar un poco lo que he estado haciendo este verano. He estado casi un mes arreglando mi casa, que buena falta le hacía y estoy contentísima, ha quedado muy bonita.
También me ha dado tiempo de viajar, han sido 3 viajes. Primero fuimos a Madrid con los niños y estuvimos en la Warner, los niños se lo pasaron de maravilla.
Después estuve en Valencia, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, una maravilla que no hay que dejar pasar.
El 3º viaje y más importante ha sido para estar con los dos pilares que sustentan mi vida desde hace años, mi prima Miren y mi socia Marifé.
Con Miren he estado una semana, en su casa del pueblo, San Miguel de Pedroso (Burgos), un lugar espectacular, me he quedado impresionada con todo. El entorno es de ensueño, todo rodeado de vegetación y de agua, en todos los rincones del pueblo estás continuamente escuchando el sonido del agua, es realmente bonito. Sus gentes son encantadoras, es un pueblo muy unido y todos los vecinos trabajan juntos por el bien del pueblo.
Un día celebraron una fiesta de retorno al pasado, donde todo el pueblo volvió a los años 40, con oficios tradicionales, talleres, granja-taller, trilla con yeguas, certamen de jotas, juegos y danzas populares.... Fue admirable ver como todo el pueblo trabajaba para preparar la fiesta y todo salió de maravilla. Y dentro de los oficios tradicionales, participamos Miren y yo con nuestros bordados. Allí nos pusimos las dos en la calle a bordar, lo pasamos genial, fue una experiencia muy bonita.
Y también bordamos en casa, esta foto fue del primer día. En realidad, hemos bordado todos los días...
Y este es el magnífico huerto de Miren.
A mi hijo mayor también le encantaba el huerto.
Y esto es una muestra del espectacular entorno, una maravilla.
De vuelta a casa, pasamos por Valladolid para ver a Marifé. Fue un encuentro muy corto, apenas unas horas, pero no había tiempo para más. Nos faltó tiempo para muchas cosas, pero por lo menos pudimos darnos unos cuantos abrazos y fue muy bonito.
Un viaje redondo, un deseo desde hace años, un sueño hecho realidad.... gracias chicas.